sábado, 25 de febrero de 2017

Venezuela, país de oportunidades... Por Irma Gómez Párraga

Mi Venezuela querida, país que me vio nacer… Lugar de mis antepasados y de mi descendencia. Empiezo esta reflexión con la aseveración “Venezuela, un país de oportunidades…” porque es importante para mi, porque es lo que quisiera creer, y pretendo muy en el fondo de mi corazón, hacerlo como una especie de decreto positivo, que transformara nuestra realidad.
 Pero… siempre hay un pero, y muy a mi pesar, lo que quiero y soñaría, se tambalea ante nuestra realidad.
Para hablar de Venezuela debemos ubicarla dentro del contexto histórico que se haya vivido y de la percepción que se tenga o haya tenido.
Evidentemente cada cual tiene una visual objetiva o sesgada. Sin intención de filosofar, ni entrar en profundidades escabrosas, veo esta historia con muchas vías, muchas de ellas encontradas, tanto que con vértigo se me antoja enredada como kilo de estopa.
Desde siempre, Venezuela una estrella palpitante al norte da la América del Sur, un lugar atractivo por su ubicación privilegiada, por sus riquezas y oportunidades. Infinidad incontable de personas de diferentes países la vieron como la tierra de gracia para hacer sus asentamientos en ella y formar familia y echar raíces. Y Venezuela como una madre aceptó a sus hijos, los nacidos y los adoptados sin restricciones. Y así nos mezclamos.
Vi crecer a mi país vertiginosamente, con el esfuerzo de nacionales y de los importados. Y esto lo vi, no me lo han contado…
Recuerdo mi Caracas de los techos rojos y las casas con zaguán, jardines interiores y puertas con vitrales espectaculares. Viví en la Pastora, de Dr. González a Ceiba en el número 57, una casa en las alturas… para acceder a ella tenías que encaramarte en las aceras altas de nuestra ciudad. Vivía cerquita de la Iglesia de la Pastora, festejábamos las misas de gallo y esperábamos en la puerta de la iglesia a los matrimonios salir… nos bañaban de arroz y lanzaban las moneditas de plata… las arras. Ahí vivía cuando un terremoto espeluznante movió nuestra ciudad, ese ruido ensordecedor, el cielo de un color aterrorizante y los gritos de la gente, no los podré borrar de mi memoria. Y tampoco olvidaré el cuatricentenario de Caracas, aún conservo en físico un librito que editaron con ocasión de esos festejos. Hablaba en él de nuestra historia, de los colonizadores. Mi ciudad natal, capital de mi Venezuela, era como una semilla que germinó y las carreteras y autopistas crecían semejando las raíces. Parecía que vivíamos a una velocidad fuera de serie… Un día, pegado a la pared, un teléfono negro con un circulo con números para discar, otro día uno beige con botones y hoy todos con teléfonos celulares. Un día, unos muebles aparatosos, algunos con unas antenas que parecían bigotes invertidos otros con antenas encima de las casas, que había que moverlas para recibir una señal nítida… televisores, veíamos en blanco y negro, luego llegó a color… guao, que maravilla. Las casas fueron dándole paso a los edificios y centros comerciales que crecían a manera de hongos. Llevábamos un crecimiento sostenido que era palpable y visible. Y lo relato y lo comparto para evidenciar que yo estuve ahí y aún estoy aquí. Lo comparto porque en mi recuerdo palpita esa época, en que estábamos convencidos que con el sudor de nuestro esfuerzo intelectual y laboral lograríamos “ ser alguien” era lo que nos decían en la familia. Y así crecimos, veíamos posible la oportunidad de tener movilidad social a través del estudio y el trabajo. Ascendíamos a vivir mejor, a viajar y tener “oportunidades”. Pero me despierta como una cachetada, como un baño de agua helada ver cómo ha cambiado nuestra historia. Hoy es más rentable conseguir divisas para venderlas en el mercado paralelo, que ir a una universidad y hacer una carrera profesional. Es más rentable ser un bachaquero que estudiar. Y ni quien lo dude, tener una profesión no te garantiza poder vivir con decencia, a menos que solo te llene el ego que te llamen licenciado o doctor, aunque te estés muriendo de hambre. Nos esforzábamos para tener esa movilidad social que existió desde los primeros años de nuestra democracia. No exagero al afirmar que en Venezuela se castiga el talento y la no aceptación de ser genuflexo a las exigencias del régimen que nos gobierna. No se premia ni se valora el esfuerzo en ser decente, al contrario, se premia la sumisión a ultranza que tengas para lo que te ordenan. Y así vemos desdibujado el panorama de valores. Detentan puestos de jerarquía personas que no tienen formación curricular para tales. Ministros que no tienen idea de lo que debe hacerse, porque no tienen preparación para la esencia de su existencia. Y lo peor, una incongruencia inaceptable de ver magistrados con prontuario judicial. Zamuros cuidando muertos... Lo que sucede hoy es el acabose, el extremo de la desvalorización del esfuerzo y del talento. Y para qué esforzarse si eso no tiene valor ¿? El baremo se tergiversó al cambiar los parámetros de la movilidad social y cercenar la posibilidad de ascender para tener el desarrollo pleno de las potencialidades para vivir bien. Nuestros jóvenes profesionales, los que llamamos la generación de relevo, simplemente no ven futuro quedándose en nuestro país porque sienten que perderán los mejores años de su vida productiva, sin traer a colación la inseguridad desde todo punto de vista.
 Es un negro panorama en nuestra historia con un costo social muy elevado y de pronóstico reservado. Para muchos las oportunidades están, para otros simplemente no existen. Me he preguntado en qué grupo me encuentro yo ? En qué grupo se encuentran los mios ? No tengo respuestas. Me siento como cucaracha en baile de gallinas. Solo se que tengo la sensación de haber perdido el tiempo en mi vida en la escogencia de unas carreras que no me sostienen. De estar viviendo en una especie de pesadilla de la que quisiera despertarme. Pero nada de eso da respuesta a mis interrogantes, ni le da salida a nuestra situación.
Y así vuelvo a mi apreciación inicial. Venezuela, país de oportunidades…
Todo dependerá de la posición en la que se encuentre cada quien. Si está enchufado o no. Si tiene valores o no.

Que lamentable panorama, esperemos sea cierto el dicho que dice ...  Mientras mas oscura es la noche más cerca está  el amanecer

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