viernes, 12 de mayo de 2017

Resurrección. Por Irma Gómez Párraga


La palabra griega que en la Biblia se traduce “resurrección” es anástasis,   se define como la “acción de ponerse de pie (levantarse) de nuevo”. Cuando se resucita a una persona, es como si se la levantara; se le devuelve a la vida con la personalidad que tenía antes de morir. 
La resurrección de Jesús es la creencia religiosa cristiana según la cual, después de haber sido condenado a muerte,  Jesús fue resucitado de entre los muertos.
Partiendo de estas premisas, entonces,  resucitar es revivir.  Es regresar de la muerte real o la sensación de estar muertos. Venezuela a mi modo de ver las cosas,  estaba en ese tránsito donde creíamos estar desahuciados, destinados a vivir esta vida miserable a la que nos ha conminado el gobierno o ver como única salida el irnos  a probar suerte a cualquier lugar que al menos nos brindara un poco de seguridad y paz.  Independientemente que fuésemos a pasar como decimos en buen venezolano roncha a otros derroteros. Así,  se volvió moda, muy triste y lamentable por cierto, el irse, el ver esas dolorosas imágenes de despedida con llanto,  entre  las  obras de arte como el  vitral de  Héctor Poleo y la más emblemática en  el piso y la pared del pasillo central, brillante y colorida  del artista cinético Carlos Cruz Diez , que a título de cultura general debemos conocer, denominada Cromo interferencia de color aditivo,  colocada ahí por cierto entre 1974-1978  y  ocupa un área de 2.608 metros cuadrados.  Efectivamente, en una entrevista que se le realizara a Cruz Diez en el año 2015, le preguntaron  ¿Qué opina de que su obra en Maiquetía, Color Aditivo, se haya convertido en símbolo de despedida de los venezolanos que se van, de desarraigo quizás? Respondió  - “¡Caramba, eso me duele profundamente! Yo he visto que todo el mundo se toma fotografías con sus pasaportes, dejando el país. Fíjate el arte se convierte en parte de la vida y forma parte de nuestras vivencias. El aeropuerto es una vivencia para el venezolano, como puede ser El Ávila. Lo que me duele es que mi obra sea justamente para la despedida del país, me conmueve mucho”.   Y así es y ha sido y no sabemos hasta cuándo será, pero ese emblema nos ha arrugado el corazón y nos ha puesto en un umbral del infinito dolor, de esa despedida que no sabemos si va a ser para siempre. Ese sentir irreversible de saber en el fondo de nuestro corazón  que quizá los que se van no los veremos más.  Que nos damos un  poco de ánimo con ese peor es nada  de intentar sustituir el calor humano en persona,  con el  paliativo el whatsapp, skype, en fin, la despersonificación  del ser. El tener y no tener.  Y es que no nos dejaban alternativas. Un enrarecido aire de muerte y asfixia  tenía una salida, irse o morir aquí resignados, porque así lo estábamos, o  al menos la sensación que quisieron tuviésemos.   Y llegó un día, los tribunales enloquecieron y sacaron unas sentencias, que cayeron como un petardo en la población y la gente graneada y tímidamente  empezó a reclamar la ilegalidad del nuevo abuso del que éramos objeto… y retumbaban las palabras como un eco sin repercusiones… y Bingo, un hecho para nadie esperado, una declaración de una persona, una funcionaria que nada más y nada menos ejerce el rol  según el Art. 193 de la Constitución,  de  * Defender los intereses del Estado y de la Sociedad. * Promover de oficio o a petición de parte la acción de la justicia en defensa de la legalidad, hizo lo propio. Y así la Fiscal General de la República, contra todo pronóstico, en el cumplimiento de su deber, le metió un disparo desde adentro  al régimen. Y como por arte de magia, hizo que en Venezuela se ratificara la Teoría del Caos… algo que no debería tener relevancia ni merecer loas, como lo es dar cumplimiento a lo que te corresponde como funcionario, desencadenó un maremágnum de situaciones  que tiene al filo del abismo al régimen y en pie de lucha a la oposición.  Y así, se ha abierto una rendija  que cada vez es más grande por donde  ha entrado una bocanada de oxigeno que nos ha hecho resucitar…  Y desde ahí estamos en pie de lucha, en cada recóndito lugar de nuestra tierra, y en cada lugar fuera de ella.   Era tanta la asfixia que creíamos estar muertos en vida, andábamos como zombis con una triste realidad a cuestas y nos llegó la hora del no retorno. Es que nos arrinconaron tanto tanto, y fue tal el miedo, que hasta perdimos el miedo.   Cada represión, cada injusticia, cada muerto, alimenta la convicción del punto de no retorno. Es que vivir así no es vida. No lograron aniquilarnos como seres humanos.  Pensaron que podrían hacerlo por la inacción  de  un pueblo confundido ante las iniquidades. 
Yo he sido funcionario público con vocación de servicio y  opino que en el cumplimiento de los deberes y obligaciones de los funcionarios no hay que agradecerles lo que hagan, porque su naturaleza es y debe ser la del Servicio Público, es decir servidores públicos al servicio de los administrados. El espíritu, propósito y razón de un funcionario al servicio del Estado, no es al servicio del gobierno y mucho  menos de parcialidades políticas y de ninguna índole.   Y aquí se empasteló todo desde el mismo momento en que se le hizo perder la majestad a las instituciones. Pretendiendo que están “obligadas” a ejecutar a ultranza y a todo evento las órdenes recibidas,   como si estuviésemos en un gran pelotón militar.  Y  despóticamente, manipulan a los funcionarios so amenaza de perder sus puestos de trabajo o cosas peores inherentes a su integridad personal y la de sus familias.   Pero aquí se pelaron, se les acabó literalmente el carburo…
Asi que, como soy una persona agradecida  SI TENGO QUE AGRADECERLE  a la Fiscal General de la República, ponerse los ovarios en su lugar y perder el miedo a oponerse, y aunque fuese tímida y extemporáneamente lo hizo. Sus declaraciones  tienen  el mérito de haber hecho que el régimen hiciera aguas y que la oposición recordara que estaba viva.  
GRACIAS Luisa Ortega Díaz por los favores recibidos.  
Hemos resucitado.





martes, 9 de mayo de 2017

Drenar para no reventar... Por Irma Gómez Párraga.



En tan solo 18 años hemos vuelto añicos un país que era lo más parecido al Paraíso terrenal.  Cruda realidad, cuesta darle crédito.  Situaciones incalificables que han desencadenado un camino sin retorno, una decisión irreversible  e irrevocable de un pueblo de luchar hasta restituir el orden jurídico conculcado.  En efecto, todos los acontecimientos han desencadenado la más ignominiosa de las tempestades que haya visto pueblo alguno.  Vemos caer en cada lugar un venezolano, unos a manos del hampa, otros por no conseguir las medicinas para curarse de dolencias y ahora, otros  a manos  de quienes deberían ser los garantes de la integridad de los ciudadanos.
Les cuento que hace unos años, para ser precisa 1991, siguiendo un  sentimiento nacionalista,  y convencida para ese momento que era algo importante para mi país, surgió la posibilidad de prestar  el Servicio Militar, que para esa época era obligatorio para los hombres pero que las mujeres podíamos optar a prestarlo a través de la Reserva. Se hizo un llamado a alistarse al  1er Curso para excedentes del Estado Miranda y ahí fuimos  42 profesionales en diferentes áreas, convencidos que era importante y necesario recibir la instrucción militar por si acaso, alguna vez nuestro país nos necesitaba. Recibimos lo que se denomina el período básico del soldado, instrucciones de todo tipo, orden abierto, orden cerrado, uso de equipos militares, uso correcto del uniforme, en fin recibimos instrucción sobre la ejecución ordenada, precisa y simultánea de movimientos tendientes a crear destrezas,  acostumbrarnos  a responder a las órdenes del Comando,  promover el espíritu de trabajo en equipo y ser respetuosos en el comportamiento.  En fin, conocí otra historia, otra óptica de la que me sentía inmensamente orgullosa.  Pero llegó el Hoy,  y al ver los acontecimientos, repasar uno a uno los videos de las actuaciones de los uniformados, al recibir en carne propia el atropello del que somos objeto por ejercer ciudadanamente nuestro descontento con las reiteradas violaciones a nuestros Derechos Humanos, se me voltea la tortilla, y como un balde de agua fría despierto de una especie de sueño en el que idealicé a las otroras Fuerzas Armadas Nacionales.  No se en qué lugar del camino la historia se torció. Eso seres  que  veo, disfrazados  con uniformes verdes,  distan  y en mucho lo que  un día creí. Porque lo que veo me da suma tristeza y miedo.  Una actuación descomunal que no tiene nada que ver con lo  que debería ser la actitud de un soldado al servicio de un país con Estado de Derecho.  Recuerdo el momento en que formalmente hicimos  el juramento de Lealtad a la Patria y sellamos el  compromiso con el ósculo a la Bandera Nacional. Mi corazón se me salía del pecho de la emoción por el compromiso contraído.  Recuerdo la instrucción y sus normas.  Y veo con estupor esta  banda  que cual pelea callejera sin normas y reglas atropellan con saña y odio, a puños, patadas y con lo que sea  a todo lo que se atraviesa, niños,  adolescentes, adultos, abuelitos, enfermos,  hospitales, edificios, carros, en fin todo lo que a mala hora  esté en su camino en ese momento.  A todas luces, y sin que me quede nada por dentro, no parecen ser venezolanos, ni militares ni nada que se les parezca.  Al menos me rehúso a  querer  creer que esos seres con esa conducta irreconocible puedan ser venezolanos.  Esos que vemos, configura un incalificable  montón  de seres  con el cerebro lavado creyendo en pajaritos preñados de estar luchando por salvar  un disque socialismo que hasta ahora  solo enriquece a los enchufados mientras el país se cae literalmente  a pedazos.  Por otro lado, una lucha encarnizada por restablecer el orden, la democracia, la PAZ. Mucha gente descontenta que protesta, que manifiesta, pero por el otro lado  un atajo de indolentes e insensibles  que se quedan a ver los toros desde la barrera o que sencillamente se hacen los pendejos o es que lo son. Siguen viviendo a una historia paralela, inexistente. Por acción se peca y se delinque, pero por omisión también le toca lo suyo. 
Sinceramente tengo sentimientos encontrados, por un lado desanimada y con mucha rabia y por el otro un corazón que aún palpita con la esperanza de un presente y un futuro mejor. No encuentro un calificativo que me cuadre y subsuma mi sentimiento, diría que es impotencia lo que hoy me invade. Observo cómo se sientan con desparpajo, alevosía, agavillamiento y ventaja a llevarse por el medio los más ínfimos vestigios de nuestra democracia. Literalmente se han limpiado el trasero con nosotros, con nuestras decisiones en las elecciones como Soberano y con el Estado de Derecho.  Ahora un nuevo llamado a otra locura ilegal, a los fines de congelar el balón y agarrar un respiro que los mantenga más tiempo en el poder a ver cómo le dan la vuelta y retuercen la convicción del pueblo de que llegamos al llegadero. Y le ponen con estas acciones, más carburo a asunto logrando reavivar la llama que nos tiene  de cabeza a todos y que nos mantiene en pie de lucha…
Sus actuaciones han roto  toda posibilidad de tejer puentes para restablecer el orden jurídico y social conculcado. Un divorcio entre lo que es, lo que creemos es y lo que debería ser. Y henos aquí, la mayor parte de nosotros comiéndonos un cable, haciendo interminables colas para todo, y regresando con este inmenso sentimiento de frustración que nos va llevando por una calle de amargura que nos conduce a enfermarnos y quizá, muchas veces  a tomar malas decisiones.  Si hacemos una retrospectiva  vemos  dentro de ese abanico restringido de posibilidades,  que se intentó a través de la figura del diálogo encontrar una forma de reconstrucción del país. Una comiquita más que oxigenó al gobierno. En sí el diálogo como tal no es malo, incluso diría que  podría considerarse en algunos casos una salida, solo si las partes que se sientan a desarrollarlo, tienen la disposición de buscar ese punto de encuentro, respetando los avances a los que se llegue a través de él. Pero en Venezuela, curiosamente como siempre, con nuestra Sui generis forma de actuar, todo funciona de cabeza. Unos pendientes de una cosa y otros de otra. Un ir y venir de personas como relleno para hacernos creer que para algo les importa el destino de Venezuela, a saber el papa, los expresidentes…  El fracaso total. Y es que el Sol no puede taparse con un dedo. Este presente  me preocupa, este que me mantiene sobreviviendo a algo que mis sentidos no terminan de digerir.   Un atropello inconmensurable que diezma a la población, no hay Estado de Derecho.  Tenemos que terminar de salir a la calle con responsabilidad, porque de no hacerlo  seguiremos teniendo a estos “ciudadanos” montados en el gran umbral de nuestra chequera de dólares provenientes del petróleo para seguir comprando voluntades. Sabandijas inmorales chupa dólares que tantísima falta nos hace a los venezolanos para sobreponernos a la inmensa crisis en la que estamos sumidos.
No se tú pero yo me saturé en grado superlativo.  Estoy como una olla de presión a punto de reventar.
Una mujer venezolana emblema de la oposición a todo lo que sea contrario a Derecho.
En la unión está la fuerza. Así que hagamos Democracia Dinámica y Activa.
El que no ejerce sus derechos los pierde y después a llorar para el Valle.
Irma Gómez Párraga.










domingo, 7 de mayo de 2017

Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario… Por Irma Gómez Párraga.


Intentar comprender lo que ocurre en Venezuela es difícil pero analizable. Por un lado, y de acuerdo al Papa, la oposición está dividida, puede que tenga razón, pero opino que él, no debería, alegremente convertirse en un opinador al boleo, es nada más y nada menos que el  PAPA, representante de Dios en la tierra. La punta del iceberg de los católicos en el mundo. Convengamos que tenga razón… Y el oficialismo? Está unido y en un solo bloque?  No tiene divisiones? Imaginemos que no, que son el “bloque de la patria” con ellos se autodenominan. Esos que parecían meterse cada noche en una especie de lavadoras de cerebros y de programadoras de un discursito único.  A mi modo de ver las cosas, empezamos a detectar cierta división, cuando la ciudadana Fiscal General de la República, se lanzó aquel, para muchos,  tímido petardo que fue a dar directo a la columna vertebral del gobierno.  Quizá hubiésemos querido que fuese más contundente y continuado, pero en realidad fue suficiente. Semejante a los hechos que explican la Teoría del Caos. El aletear de una Mariposa es capaz de desencadenar un huracán. Palabras más, palabras eso fue lo que ocurrió.  No fue cualquier hijo de vecina, fue la ciudadana Fiscal quien asestó una nota discordante dentro de esa monótona melodía del oficialismo.  Un golpe venido dentro de las meras entrañas del poder. Desde ahí empezó a escribirse una página nueva de esta historia.  Un hecho para muchos insignificante o poco contundente, cohesionó a la oposición y desconcertó al oficialismo hasta descalabrarlo.  Lo que un día nos pareció imposible y cuesta arriba de lograr se tornó factible.  Efectivamente nadie pensó jamás que iba a ser rápido ni sencillo, tienen atornillados 18 años desarrollando las 64 mil trampas y zancadillas, desmantelando y destruyendo todo, valores, institucionalidad, etc. Todo ello avalado por más de 60 años de experiencia en aniquilamiento de voluntades importando de otras latitudes y al propio tiempo orquestado para un sinfín de asuntos  inconfesables.  Casi todos inherentes al chuleo de los recursos naturales renovables y no renovables de este país hermoso llamado Venezuela. Entonces, quién en su sano juicio y ajustado a la realidad, podría decir, como se aventuró al Papa, que tal división es dentro de las filas de la oposición ¿? Si alguna vez la hubo, ahora no la hay y es que como  efecto de pega loca  estamos unidos y como masa voluminosa y pensante, que ama a Venezuela, se convirtió en imán que atrae a lo bueno… a lo que quiere con nobleza un país próspero y feliz.  El desbarajuste es generalizado, unos construyendo otros destruyendo.  Y es como todo, hay quienes opinan una cosa, otros opinan otra y los infaltables eclécticos, que agarran de aquí y de allá y sacan una tercera posición.  Lo que si es cierto es que hay una sensación de haber llegado al llegadero. El punto totalitario del todo o nada. El venezolano de a pie, se hartó de tanta hambre, desigualdad,  injusticia y atropello. El ciudadano común de ambos bandos,  se saturó.  Generando diferentes conductas, unos expectantes, inermes, otros activos dejando el pellejo y la sangre en la calle, otros  en el teclado y las redes, dentro y fuera del territorio nacional,  fungiendo de directores de orquesta. En fin cada quien en una trinchera… pero indubitable es que,  el petardo que generó toda la convulsión y encendió al país completo, de cabo a rabo, aquí y más allá de las fronteras, el que generó otra clase de división, si quiere llamarse de esa manera… o bien un reacomodo de la situación fue esa declaración de la Fiscal General,  donde dijo que las sentencias del TSJ violaron  el orden constitucional, desde ahí se han abierto brechas  insalvables. Una forma diferente de ver las cosas, los grupos  se amalgaman de acuerdo a lo moral y lo  correcto y lo contrario e ilegal.  Así quedará escrito en la historia, primero se manifestó sobre la ruptura del hilo constitucional,  asumió una  posición valiente y nada fácil, que fue atacada por propios y ajenos.  Pero debemos darle el crédito de haber sido la chispa que encendió todo  este desenlace. Así mismo  dijo,     no podemos exigir comportamiento legal si el Estado viola la ley. Más fuego a la candela…  Y como el efecto dominó… empezó a perderse el miedo y a asumir con arrojo y responsabilidad lo que se siente y en lo que se cree, independientemente de quién eres, que representas, o de quién eres hijo… Así apareció el hijo del Defensor pidiéndole a su papá recapacitar, le dijo, haz lo correcto, lo que me enseñaste. Y luego el hijo de un General del Zulia, haciendo lo propio, pidiéndole a su papá que haga lo correcto, que no sigan matando inocentes que lo único que piden es Justicia, paz y libertad.  Que no se solapen bajo ese uniforme y con el argumentó baladí de cumplir órdenes.     Y luego  el diputado de la Asamblea Nacional por el Gran Polo Patriótico, Eustoquio Contreras, rechazó  el pronunciamiento del presidente, Nicolás Maduro, en consejo de ministros, donde convocó a una Asamblea Nacional Constituyente ( nuevo trapo rojo distractor), manifestando que acatarían  de manera cívica e institucional este pedido,  pero no políticamente, asegurando que  se está poniendo en riesgo innecesariamente “la más elevada y grande obra” de Hugo Chávez Frías. “El legado de Chávez es la Constitución de 1999”.
Como bien vemos, los bloques han cambiado, fueron horadados y se fraccionan, empezando una danza distinta, no uniforme. Como les dije después de tanto psico-terror   e injusticia, hicieron perder el miedo de aquí, de ahí y de allá. Y eso al final es ideal,  porque demuestra que nuestro pueblo, con el concepto y creencia que tenga, es pensante, responsable y comprometido. Ahora solo falta terminar de afinar los instrumentos para prepararnos a entonar  al unísono Gloria al Bravo Pueblo. Carajo.