Venezuela, otrora considerada un país en vías de desarrollo, con una economía basada primordialmente en la extracción y refinación del petróleo y otros minerales. Estuvo clasificado como un país de ingresos medianos altos, poseedor de las mayores reservas de petróleo a nivel mundial, noveno en gas natural, y decimosexto en cuanto a oro se refiere. Un país con una ubicación geográfica envidiable y un clima paradisíaco…
Es decir una pepita de oro codiciable.
Políticamente hablando era un país democrático que tenía alternabilidad, lo que permitía avances sustanciales con el ejercicio de cada período presidencial, o por lo menos era la motivación que nos movía a votar. El pueblo o soberano se sentía satisfecho de ir a las urnas y ejercer su voto para escoger y designar al conductor de los destinos del país. En efecto, el ejercicio del voto ha sido y es una bandera que ratifica el carácter democrático de nuestra nación… o al menos lo era, tanto que el gobierno se jacta de haber realizado chorrocientas elecciones a lo largo de su mandato. En la actualidad es como una papa caliente para el gobierno que no quiere despegarse del “coroto”. Cada vez que se acerca el tiempo legal de llevar a cabo elecciones, pareciera que les dijesen ahí viene el coco… De inmediato surgen 20 mil consideraciones, mareos, congelamientos de balón y subterfugios para ralentizar o impedir su ejecución. Y si por casualidad de la vida se logra llegar a “ellas” entonces se enrevesa la cosa hasta lograr llevar la sardina a su lado del sartén. Como les dije el 15 de Abril, en el artículo ¿Revocatorio o una Carrera de obstáculos ?, escrito con ocasión del intento del referendo revocatorio, que como bien sabemos, dicho sea de paso no logramos. De nuevo se repite la historia, en puertas de un nuevo proceso eleccionario, sacan de la manga el tema de la “pseudo” legalización de los partidos. Tan rocambolesco y traído de los cabellos, que hasta sus propios partidos, los adeptos al Gran Polo Patriótico, reculan por lo aberrante de la situación. Es que se les ve las costuras. Son ardides para tratar de anular a los partidos, estableciendo condiciones titánicas, merecedoras de un Oscar a la creatividad y al maquiavelismo retorcido que esgrimen para dificultar el ejercicio del proceso democrático.
Para la mejor comprensión de estos “asuntos venezolanos” hagamos un ejercicio de imaginación de una competencia hibrida entre un triatlón y una carrera de relevos o de postas, esas en las que un hombre corre un trayecto y le entrega a otro un testigo, pero aquí, a la mejor usanza de nuestros tiempos, nos encanta complicar el asunto, entonces entre la carrera le calzamos un triatlón… en el camino le ponemos un charquito o río para que naden, con pirañas y caribes incluidos, una bicicleta para montarnos en la cuerda floja y obstáculos varios, caminos plagados de víboras y cuanto bicho con uñas nos imaginemos. Y cuando ya estemos creyendo que estamos cerca de lograrlo, le dan una patada a la lata y la ponen más lejos con otros argumentos baladíes. Quién es su sano juicio diría o pensaría que estoy exagerando? Nadie, sencillamente basta con pasearnos por las casuísticas cotidianas del venezolano para entender que ya no es un modo de conversa, es un estilo de vida, una constante abrumadoramente cierta como para que pueda ser considerada un chiste. Digna de un Aunque usted no lo crea…
Henos aquí en una nueva edición calamitosa y empastelada para llegar a las elecciones, a través de otra “elección” para “legitimar” los partidos.
El asunto no está en incumplir la ley, el problema es que acomodaticiamente usan la misma para orquestar la trampa que impide que realicemos las elecciones regionales que, a todo evento son más importantes y necesarias para el ciudadano común, que la renovación de los partidos. Están usando este cuento chino para retrasar el derecho al voto.
Y con este modus operandi pasamos por bola las elecciones de gobernadores que debieron ser realizadas a finales del 2016, pero se suspendieron, y ahora convierten un problema administrativo en algo disque relevante para llevarse por el medio lo que si tiene jerarquía constitucional.
Por otro lado, en este manicomio, aceptan que la MUD es legítima, y todos sabemos quienes conforman la MUD, los partidos de la oposición. Están ahí integrados en un todo. Quien puede lo más puede lo menos. En qué cabeza puede caber que ella tenga legitimidad y sus partes integrantes no la tengan.
La MUD, Mesa de la Unidad Democrática, también denominada Mesa de la Unidad, Unidad Democrática o simplemente Unidad, es una coalición de partidos políticos de Venezuela, que fue creada formalmente el 23 de enero de 2008 en Caracas a través de un documento denominado Acuerdo de Unidad Nacional, firmada por los partidos Acción Democrática, COPEI, Bandera Roja, Primero Justicia, Proyecto Venezuela, Un Nuevo Tiempo, La Causa Radical, Alianza Bravo Pueblo, Movimiento al Socialismo y Vanguardia Popular; luego el 27 de febrero se sumaron al acuerdo los partidos Movimiento Republicano, Solidaridad Independiente, Unión Republicana Democrática, Movimiento Laborista, Democracia Renovadora, Fuerza Liberal y Visión Emergente.
Hay otros partidos que aún no habiendo estado formalmente dentro de la coalición, apoyaron en las elecciones regionales de 2008 a la mayoría de los postulados por la alianza, entre otros estos partidos son MIN-Unidad, Venezuela de Primera y Solidaridad.
Como bien podemos ver, estos partidos tienen vida política verificable, reciben notificaciones por parte del CNE, presentan recursos ante el TSJ, que de paso se los acepta y decide a favor en contra, y tienen su representación en el Parlamento Nacional.
Por si fuese poca la complicación, entonces la Legitimación de los 59 partidos políticos, oficialistas y opositores, será durante 10 fines de semana, entre el 18 de febrero y el 23 de abril. Si nos fijamos en estas fechas, y vamos al calendario festivo del país. Para colmo de males, estas legitimaciones tendrán que hacerse durante la celebración de carnaval y Semana Santa.
Como dirían en la extinta Radio Rochela…
Ni
tan calvo ni con dos pelucas… Parecen locos…
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