domingo, 12 de junio de 2016

No hemos escarmentado. Por Irma Gómez Párraga.



Un nuevo atropello, una nueva violación de los Derechos Humanos y es que parece que no terminaremos de crecer y entender que el gobierno, cree que todo lo puede y es porque nosotros se lo hemos permitido. Creen tener una Patente de Corso para hacer lo que le venga en ganas.

No hemos escarmentado.

Como siempre nuestra memoria es corta y olvidamos acontecimientos con facilidad. Repetimos una y otra vez, historias de las que no hemos salido bien parados. Hoy entre las muchas noticias preocupantes, he leído una,  que hace referencia a un grupo jóvenes que ejercen su legítimo derecho de protestar pacíficamente con una Huelga de Hambre por ante la sede de la O E A en Caracas. Sus motivaciones, la liberación de los presos políticos, la falta de comida, de medicinas, de seguridad, en fin, lo mismo que nos preocupa a todos. Y el gobierno, en vez de respetar el libre albedrío de los ciudadanos a protestar como está permitido en nuestras leyes, decide irse por la vía de la represión y mandaron a “buscar” a Joel Guevara y se lo llevaron contra su voluntad. Los estudiantes declararon que "Pasó una unidad por acá, lo rodearon y se lo llevaron secuestrado. Le decimos al señor Maduro, abra los ojos el país se le está cayendo a pedazos. No hay comida , no hay salud y usted metiéndole leña al fuego". Insistieron que la manifestación que llevan es totalmente pacífica. "Esto es una protesta pacífica. Exigimos la libertad para Joel Guevara y que se le respete la integridad física".

Y entonces, no dejo de recordar a Franklin Brito, ese venezolano que emprendió una lucha por más de siete años, para reclamar que el INTI le arrebató sus hectáreas de terreno y le eliminó la posibilidad de acceso a su fundo  ubicado en el estado Bolívar. Aquel que una triste noche de un lunes 30 de agosto, murió, según decíres de las autoridades, presuntamente por un infarto, porque ni eso podemos afirmar a ciencia cierta. Ese Franklin Brito que entregó su vida esperando una respuesta de ese proceso en el cual creía, que le reparara las ofensas de las que había sido víctima e hiciera valer sus derechos. Ese hombre a quien en contra de su voluntad, por una decisión del Tribunal 23 y de la fiscal de Derechos Fundamentales, se llevaron para recluirlo en un centro asistencial dizque “para resguardar su vida”. Él mismo declaró que esa decisión se basó en falsedades. Y dijo “En los días que estuve hospitalizado en Clínicas Caracas, había recuperado 11 kilos y estaba respondiendo de manera favorable al tratamiento que me habían puesto los médicos. Incluso, salí caminando de allí cuando decidí reiniciar la huelga de hambre”. Entonces, así como se llevaron a este estudiante ahora, se lo llevaron a él, y lo recluyeron contra su voluntad en el Hospital Militar un 13 de diciembre, tras ser sacado violentamente de la sede de la OEA. Lo recuerdo como si fuese hoy. Muchos saben que acompañé a Elena de Brito desde el día 28 de diciembre hasta la madrugada del primero de enero, haciendo 96 horas de huelga de hambre, en solidaridad con su causa, con nuestra causa, por nuestros derechos. No podía hacer lo que hacían los demás y que seguimos haciendo todos, disfrutar de las múltiples fiestas, sin siquiera inmutarnos por lo ocurrido a estos venezolanos, en esa oportunidad eran las navidades y para lo demás la vida continuaba, para ellos no, estaban entrampados en una lucha estéril y solitaria por sus derechos. Y fue reseñada por la prensa una declaración mía en la que dije apoyaba a los Brito porque era un caso de dignidad, justicia, derecho y no de ambición. Que como abogado entendía que si Franklin Brito no estaba “preso”, entonces cuando él decidiese levantarse e irse de la cama del Hospital Militar, no debían impedírselo. Me equivoqué, porque mis premisas solo podrían darse en un país con Estado de Derecho. Y dije textualmente “todos los venezolanos debemos apoyar a la familia Brito porque hoy son ellos los que están padeciendo los escarnios de la injusticia, pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros”. Muy a mi pesar fueron palabras lapidarias. Y el tiempo ha pasado y la historia se repite, una y otra vez, porque no le terminamos de poner el cascabel al gato. Y como digo, cabo que se deja suelto cabo que se enreda más adelante en el camino.

Para el Estado venezolano no significó absolutamente nada, las extrañas circunstancias que rodearon la muerte de Franklin Brito, aunque debiera haber sido importante, y como abogado les digo que en efecto lo es, toda vez que constituye un hecho grave, porque Brito estaba bajo “su tutela” en el Hospital Militar, es decir era su responsabilidad. Y sorprendentemente no tuvo relevancia jurídica y ni siquiera mereció una investigación. Tan grave como lo ocurrido en la ilustre Sala de Casación Penal del TSJ, que puso fin en el derecho interno a la acción interpuesta por Elena de Brito ante la Fiscalía General el 31 de mayo de 2011. El mismo abogado penalista Dr. Alberto Arteaga Sánchez explicó que esa nulidad procesal además de impedir cualquier otra acción en el país, marcaba un precedente importante en la actuación judicial, dejaría abierta la posibilidad de permitir que cualquier otra causa incómoda fuese desestimada en su totalidad sin indagación alguna.

Transitamos caminos inciertos, en los que la vida de los ciudadanos no tiene ningún valor, entonces mucho menos valor tendrá lo que deseemos. Sencillamente pareciera que el que tiene el poder de lo máximo puede cualquier cosa. Sobre los estudiantes en huelga, millones de venezolanos estamos literalmente secuestrados por el simple hecho de pensar distinto y las autoridades judiciales, aún sabiendo que se viola la Constitución y las leyes se hacen la vista gorda. Y pocos hacen algo y cuando se intenta ejercer alguna acción enmarcada dentro de la norma, pareciera que hubiese un equipo orquestado para atacar todo lo decente y legal que va quedando. Eso, en cualquier lugar del mundo es violar los derechos. Si estuviésemos calificándolo desde el punto de vista penal, sería premeditación, alevosía y ventaja, pero por la condición de quienes lo ejecutan, lo agrava y lo convierte en violación de los Derechos Humanos. Y las sanciones para estas acciones no prescriben. Son delitos de lesa humanidad.

Estamos a merced de una situación maquiavélica que no sabemos dónde parará. Lo correcto, lo adecuado, lo querible, lo democrático y lo decente sería sentarse a restablecer el orden jurídico conculcado.

Y me pregunto y les pregunto. Qué vamos a esperar para accionar, para exigir que se restablezca el Estado de Derecho. Los Derechos Humanos. O vamos a esperar que esta impotencia termine enfermándonos? Recordemos al propio presidente, sufrió un cáncer fulminante y yo opino que fue el resultado de canalizar sus sentires, sus frustraciones, somatizándolos por esa vía.

Nuestro país tiene metástasis o una especie de gangrena que ha carcomido nuestra humanidad, nuestros sentimientos. Ningún argumento es válido para aceptar lo inaceptable. O hacemos algo o hacemos algo. Pero debe ser un clamor popular. Esta es y debería ser la verdadera unidad. Todos los venezolanos al UNISONO en una sola voz, exigir que se cumpla la Constitución en todas y cada una de sus letras. Esa es la armonía que debe existir.

El principio, propósito y razón del legislador, del Soberano.

Recordando a Erich Fromm: Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿Quién soy?.



@irmagomezp

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