Mi Venezuela querida, cada día de nuestras vidas se ha
convertido en una especie de viaje a lo desconocido, pareciera que hubiese un
contingente de “creadores” de libretos para una obra macabra que arruina la
cotidianidad y la posibilidad de tener un futuro en paz y armonía.
Así vemos, por evaluar solo un segmento de nuestra historia,
que, a finales del año 2015, la Asamblea Nacional (AN), en sesión
extraordinaria y por mayoría simple, designó a 13 nuevos magistrados que pasaron a formar
parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
El entonces presidente de la AN, explicó,
al final de la tercera sesión que al no haber la mayoría calificada para
designar a los nuevos magistrados del TSJ, tal y como lo establece la
Constitución, debía convocarse a una nueva sesión, la cuarta, para poder
designarlos por mayoría simple. Y así se
hizo Luego tomó la palabra el presidente del Comité de Postulaciones Judiciales,
quien le pidió a los magistrados recién nombrados sentirse
"satisfechos" porque fueron suficientemente evaluados.
Ahora bien, a la luz de la legalidad el
proceso de elección de magistrados del TSJ, actual, como los otros tres anteriores, que se nombraron desde la aprobación de la Constitución de
1999, violaron el espíritu, propósito y razón de la Carta Magna, toda vez que el procedimiento diseñado en la Ley que
regula al máximo juzgado y que fue dictada por la Asamblea Nacional en 2010
"cambió radicalmente lo establecido en la Constitución".
Si evaluamos el artículo 270 de la Constitución, encontramos
claramente que el Comité de Postulaciones Judiciales "es un órgano asesor
del Poder Ciudadano para la selección de los candidatos a magistrados" y
que "estará integrado por representantes de los diferentes sectores de la
sociedad". Sin embargo, en el artículo 64 de la Ley del TSJ se adscribió
esta instancia a la Asamblea Nacional y fijó que cinco de sus once miembros
fueran diputados. Como podemos ver estas modificaciones, traídas por los
cabellos, ponen en la picota sus decisiones, ya que, no garantizan que el
proceso de evaluación de esos postulados esté libre de la influencia
política y de la parcialidad de un grupo. Al contrario, facilitaría ambas.
Esto ha constituido precedentes
peligrosísimos que afectan el desarrollo de la democracia en
paz.
Por otro lado, la misión imposible y escarpada, transitada para
lograr ejercer el Derecho a solicitar el
revocatorio, todo de acuerdo con esa figura jurídica del Referendum Revocatorio
incluida en la Constitución de 1999. El
CNE “atesoró” las planillas para la recolección de firmas, congeló el balón y prácticamente se negó a darlas, hasta que hoy, martes 26 de abril, finalmente el Consejo Nacional Electoral (CNE) aprobó entregar el formulario para la
activación del referendo revocatorio presidencial, solicitado por
la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Además verificaron los recaudos consignados, así
como que el 94% de las firmas entregadas son válidas. Es bueno saber que, una
vez admitida la solicitud, los interesados deberán ahora recabar la voluntad de
1% de las personas inscritas en el Registro Electoral en todo el país,
distribuida por entidad federal.
Mientras tanto, paralelamente a todo lo que ya acontece, siguen los magistrados nombrados a dedo, como “arañas” tejiendo, y los tentáculos desde quién sabe dónde,
trabajando para poner más rocas en el camino e intentar imposibilitar el
ejercicio de nuestros Derechos.
En esta carrera de
obstáculos, también está el “detallito”
de la nacionalidad de presidente, menudo problemón, porque para ser Presidente
de la República se requiere ser venezolano por nacimiento, y a todas luces
Maduro no lo es, y volvemos a pasarle la pelota al CNE, quien manifiesta que, eso se cae de “Maduro” porque no es necesario que
la presente, puesto que Él ya la “mostró o la consignó” antes, para ejercer otros cargos (¿?). Y todos
sabemos que de acuerdo a varias versiones, los propios decires de muchos
personeros del gobierno y el mismísimo presidente, parece haber tenido el Don de
la Ubicuidad, nació en 4 lugares a saber…
Y volvemos a las arañas y tentáculos haciendo un entramado enredadísimo, leyes,
decretos, interpretaciones que enrarecen el aire que respiramos y la
posibilidad de vivir en paz y concordia.
Y se me antoja con mucha preocupación, pensar que Venezuela
se ha convertido en una especie de Sastrería, donde intermitentemente se
promulgan leyes y se toman decisiones amañadas, intentando redefinir lo que ya está definido en la norma.
Se retuercen los conceptos, tal cual una
especie de traje a la medida. Una suerte
de colcha de retazos. O como decía Eudomar Santos en la novela Por estas
calles, como vaya viniendo vamos viendo. Si vienen por aquí le salimos por
allá, si vienen por allá les salimos por acá. Y en esta especie de baile de la
conga, las costuras se exhiben y el peligro se exacerba. Porque se ha armado
una madeja, un adefesio indescriptible
que jamás se podría llamar Estado de
Derecho y va ser una tarea titánica
desarmar este entramado. Se
requerirá un análisis profundo de todo el ordenamiento jurídico para poner
orden en la casa. Y todo, por motivos
fútiles e innobles para atornillarse aún más en el gobierno e intentar evitar lo inevitable.
Sastre? No, un verdadero
desastre.
Por Irma Gómez Párraga
@irmagomezp
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