El bolívar, (así en minúsculas), nuestra moneda, lleva su nombre en honor a nuestro Libertador Simón Bolívar,
hombre respetado y querido por sus hazañas liberadoras de cinco naciones.
A
partir de 2008, por una reconversión monetaria pasó a conocerse como bolívar
fuerte, aunque la verdad verdadera fue que perdió fortaleza, es decir se
devaluó.
Así
vemos, como pasan los días y prácticamente debemos llevar marusas de billetes para comprar lo que queramos.
Pareciera un acto de magia macabra la
desaparición de los billetes. A título meramente ilustrativo, hoy vas a
adquirir un kilo de café (si lo consigues)
y te cuesta 8.000, y vas mañana y cuesta 10.000 y vas pasado mañana y
está en 12.000. Y empieza un calvario
de búsqueda de los insumos y también de los billetes…
El
bolívar, con el cual cada día podemos
adquirir menos, el mismo que lleva su nombre en honor al Libertador, cuya cara veo en esos papeles y su nombre usado en nuestra moneda y me da una verdadera pena, siento que nos burlamos de la majestad de ese prócer de la independencia, de esta
gesta gloriosa que lo hizo acreedor de la admiración de muchos pueblos. Y nosotros, los
venezolanos, cometemos el exabrupto de
mantener su nombre en una moneda
que es un bochorno. Y es que el bolívar no vale nada, el billete de 100 impreso para 2008, año de la reconversión monetaria, ha perdido un 99% de su valor, actualmente literalmente vale un bolívar. Con
el agravante que en su emisión le cuesta al Estado Venezolano, un ojo de la
cara. Entre 150 a 200 bolívares, es
decir, un monto mayor al valor que refleja el papel. Es una incongruencia
que ese papel moneda cuesta más hacerlo
que lo que vale. Y me pregunto y les
pregunto, se justifica que le hagamos semejante afrenta a nuestro Libertador Simón
Bolívar, manteniendo su nombre para identificar nuestra moneda? Sinceramente no
lo creo.
Además,
lo peor es que galopantemente esta situación se empeora, vemos que con cada aumento de
salarios se nos hace más difícil poder adquirir los alimentos de la cesta
básica y lo que necesitamos para subsistir, se devalúa la moneda y nos devaluamos nosotros. Pérdida
del poder adquisitivo, inflación, desabastecimiento, y controles y más
controles. Y se nos hace prácticamente
increíble, que seamos un país petrolero y que riquísimo.
Una locura, nuestro billete de mayor denominación es
el de menor poder adquisitivo del mundo. Nuestra moneda, disque fuerte, sigue en caída
libre y con ella nuestra capacidad de vivir decentemente.
Y prácticamente sin pensarlo 2 veces… la medida del
siglo, a recoger los billetes marrones de 100, disque por mil motivos que a
todas luces lucen descabellados y a los que se les ve la costura.
La alocución de ayer, una bravuconada amenazante
para aquellos que comercializan en la frontera con el billete. Y ahí les pongo
al coco, perdón a las FAN para ver con una lupa quien va a pretender traer los
billetes. Zamuros cuidando carne. Ya circulan audios que refieren la especie
que el cambio para el retorno cuesta, para hoy, 4 por 10. Es decir que, si
pretendes regresar 10 tienes que dejar 4 en el cedazo. Todo se convierte
en un negocio turbio y detestable.
Y nos agarran, literalmente con los calzones en la mano, con una espada de
Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas, un tiempo perentorio de 72 horas
para canjear los billetes de 100 por monedas que ni existen en físico, sólo en
fotografías. Y por si fuese poco y para colmo atravesado un lunes bancario lo
que hace que el martes 13 cargue con su lapidaria maldición de siempre. Ya veo
a la gente madrugando con sus marusas de marrones para el canje. Y los ladrones
a 2 por locha haciendo su agosto en diciembre.
El asunto no es la medida como tal, que a decir del
propio economista José Guerra, existe la necesidad de actualizar el cono
monetario que circula en el país desde el 2008. Considerando que deberían emitirse billetes de 500, 1.000,
2.000 y 5.000 bolívares; mientras que, los de 10.000 y 20.000 bolívares
“deberían aparecer” para el primer trimestre del próximo año. Incluso manifestó
que si los emitían en la actualidad
sería “mucho mejor porque tendrían mayor durabilidad”. Y que esto permitiría reducir “la faja de
billetes” que se debe poseer para realizar transacciones, su costo de
producción, además simplificaría la emisión de dinero en cajeros automáticos.
El caso es que en este huracán de contradicciones, está
Bolívar, no el billete, sino ese hombre cuya sangre se derramó para
liberarnos, y cuyo nombre con orgullo emblemático colocamos a la que otrora
fuese una moneda sólida, sufriendo los embates de esta espasmódica forma de llevar la economía.
Con sinceridad y sin que me quede nada por dentro, opino
que, por respeto al Libertador
deberíamos cambiar el nombre de la moneda.
2 comentarios:
¡Ciertamente, mi estimada amiga!
Nuestra moneda no merece llevar el apellido de tan insigne hombre. Este régimen no solo devaluó la moneda, sino la calidad de vida de quienes vivimos en este hermoso país.
Saludos.
Excelente articulo Irma DtB
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