lunes, 16 de enero de 2017

Tic, tac, tic tac... Irma Gómez Párraga.

Tic tac, tic tac…
Y qué es la vida? 
El término vida tiene su  origen etimológico en el latín. Concretamente procede del vocablo vita, que a su vez emana del término griego bios.  Todos ellos significan precisamente vida.
La  vida puede ser definida  desde diversos enfoques. La noción más habitual está vinculada a la biología, que sostiene que la vida es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. En este sentido, la vida es aquello que distingue a hombres, animales y plantas, de las rocas  o una mesa. También estaría  vinculada a la capacidad de  adaptación de  los seres a su medio ambiente.
La Vida es un valor incalculable desde el punto de vista de la religión, que dice que debemos agradecerla y dignificarla.  Vista desde la Nueva Era un aquí y ahora que debemos disfrutar a plenitud.  Para mí,  un Don maravilloso que agradezco plenamente y que hago lo imposible por matizar en todas sus gamas.
Pero…
Cotidianamente   en nuestro país,  una estadística alarmante de personas que caen muertas por diversa índole. Muchos  a manos del hampa, otros a manos de los cuerpos de seguridad del Estado y una cifra difícil de determinar de personas que fallecen de enfermedades físicas y psicológicas.
Una espada de Damocles pendiendo en nuestras cabezas amenazando con cortarlas.
Y  así un día  como hoy,  nos levantamos y nos enteramos de la muerte   de un joven  que trabajaba para entretener a la gente, un  comunicador  que demostró ejercer su carrera con  respeto, cariño y profesionalismo. Un venezolano como muchos,  con inmensas ganas de vivir a plenitud.  Murió víctima del hampa que afecta de manera verdaderamente alarmante  a toda nuestra población.  Y la historia se repite, un día a tiros, hace 4 meses una amiga del teatro, otro hace casi 2 años, de una manera indescriptible,   una amiga del alma, cada día  un desconocido, pero ser humano  digno  de respeto.  Cada persona en este país llora la muerte de alguien.  Y es esa sensación de seres desvalidos la  que nos hace  sentir profundamente vulnerables. Perdidos en una especie de limbo en el que no encontramos  respuestas ni salidas. Estar alineados en una especie de cola imaginaria en la que nos toca el turno,   a otros y luego a nosotros para  enfrentar este nefasto desenlace.  Un juego macabro de ruleta rusa que nos va cercando y arrinconando hasta exterminarnos.  En este ir y venir de historias terribles y alarmantes  que hace crecer  nuestro desasosiego  exponiéndonos   a otra clase de muerte,  enfermarnos.  Una especie de monstruo  de mil cabezas esperándonos  y un laberinto interminable  de caminos que todos te conducen a esta triste realidad.
Es un juego cerrado y sin salidas, porque ni siquiera  vemos el interés por parte del Estado de implementar  políticas públicas para detener contundentemente la situación sin violar los derechos.  Han puesto en práctica acciones  que han terminado exterminando y desapareciendo personas. Y eso es tan ilegal como el tomar la justicia por propia mano, pero agravada por el mero hecho de ser autoridades las que lo ejecutan, que sería en todo caso quienes deberían garantizar nuestra integridad como ciudadanos. Todas estas acciones  nos invitan  a la anarquía y a convertimos en algo semejante a lo que estamos intentando erradicar.  Somos una sociedad enferma, sufrimos una especie de gangrena que nos carcome desde las entrañas. Vivimos una guerra fratricida que nos conduce irremediablemente a la destrucción.  Es tremendo sentirse  pájaro agorero pero es difícil ser positivo con todo este panorama.  Me da pánico entender que todos y cada uno de  nosotros corremos el riesgo de entrar en estas estadísticas. Yo no deseo ser un número ni un titular de prensa. Desearía soñar que mágicamente a alguien se le ocurra una idea para parar el curso de esta caída libre.  Siento un vértigo inconmensurable que no me deja ver con claridad nada. Tengo miedo. Solo me queda respirar con profundidad y orar por un milagro. Bendecir a mi país y a sus habitantes con la esperanza  que regresen esas bendiciones multiplicadas. Y con mucha tristeza les digo no creo en apoyos  internacionales  porque hasta ahora lejos de favorecernos nos han empujado a un foso profundo y negro en el que es imposible ver con claridad.
Un país desahuciado  donde no sabes cuánto vale tu vida ?  Aunque usted no lo crea, en Venezuela, la Vida ese Don tan preciado, es considerada como un Derecho inviolable, tanto que el Estado está obligado a proteger la vida de las personas en forma general e incluso a los privados de su libertad y todas aquellos que en cualquier otra forma, estemos sometidos a la autoridad del Estado. He aquí el gran problema, ustedes y yo a diario vemos y vivimos la violación de tal Derecho. Llegando a niveles tan desesperantes que hasta para nosotros mismos ha dejado de tener valor. Usando el argot boxístico estamos tirando la toalla.
Muchos han emigrado y es totalmente aceptable y para nada reprochable; porque la salvaguarda de tu vida y la de los tuyos está primero que cualquier otra consideración. Y más cuando vives en un infierno en el cual es prácticamente es una constante que te atrape el acontecer. Nadie debería perder su derecho a expresar su descontento por esta materia que diezma nuestra población. Y si tienes al alcance de tu mano tal posibilidad de quejarte o de irte, la usas y punto. Los que no tenemos tales opciones por edad, por profesiones o por cualquier otro argumento que pueda esgrimirse, tenemos que quedarnos como cucarachas en baile de gallinas, escuchando el demoledor sonido de ese tic tac, tic tac que nos indica que ha llegado la hora.
Y me pregunto… cuánto vale la vida?
Irma Josefina Gomez Párraga

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