8 de enero de 2017.
Como cada año y siguiendo mi ley de vida, empiezo evaluando y analizando mi proyecto, el cual llamaremos 2017.
Son las proyecciones de los 365 días que tengo por avanzar, 365 oportunidades que debo vivir plenamente, cada uno a la vez, para cristalizar lo que me propongo y quiero.
Quienes me conocen saben que dentro de mis características está, ser positiva, solidaria, emprendedora o como decimos en Venezuela, echada para adelante. Me encanta reconocerme así y trabajo muy duro para fortalecer y fomentar esos valores con energías progresistas y bonitas en mí y en mi entorno.
Saben y les consta que cada día de mi vida, lo concibo como un lienzo nuevo donde pintar esa vida hermosa que quiero y merezco tener, pero que obedece al propio tiempo a la visualización de las metas y objetivos que me trazo.
Como todos sabemos, y didácticamente hablando, el logro de esos parámetros dependerá de las fortalezas, de las condiciones externas y las herramientas que tengamos al alcance.
Esto es igual absolutamente para todo y para todos. Lo llamaríamos un balance de comienzo. Qué tengo y qué voy a hacer con ello.
Heme aquí intentando programar mi proyecto de vida, y muy en contra de mi voluntad, siento pánico porque la realidad me cachetea y como un balde de agua helada me obliga a aterrizar en una cruda realidad de nuestra Venezuela.
Y me paro y trato de ver de forma positiva el horizonte y muy a mi pesar lo que veo no me gusta. Situaciones incalificables y que tristemente me da vértigo y la sensación de ser irreversibles.
Y sin querer ser profeta del desastre, todos los acontecimientos han desencadenado la más ignominiosa de las tempestades que haya visto pueblo alguno. En tan solo 18 años hemos vuelto añicos un país que era lo más parecido al Paraíso terrenal.
Yo, nacida en Caracas Venezuela, en la pura Capital. Una especie de Elite. Vibrando al son de nuestra historia, de nuestras símbolos patrios y canciones. Sintiéndome siempre inmensamente orgullosa de tener el gentilicio venezolano, aquí, ahí y más allá. Sentía que teníamos una formación a toda prueba. Pero lo que hoy veo, y vengo viendo con suma tristeza, es el antiparabolismo que reina en este devastado país y también a mi pesar, me reconozco dentro la banda de desadaptados, que aquí moramos. Unos, con el cerebro lavado creyendo en pajaritos preñados de un disque socialismo que solo enriquece a los enchufados mientras el país se cae a pedazos, y los otros, “mi bando” con el mismo cerebro piche pero en otro sentido, que de verdad ni me atrevo a calificar-NOS porque sencillamente no me cabe en la cabeza, qué estamos haciendo y qué clase de sustancia tenemos en ella. En este segundo grupo debo incluirme, salvando cierta distancia.
Y me disculpo de antemano con ustedes, porque tan recién nacido el año, a sólo 8 días de su comienzo, debo decirme y decirles que aquí pareciera que muy pocos nos estamos dando cuenta, de la magnitud de lo que está sucediendo. Un atajo de indolentes e insensibles con muy poca o inexistente materia gris.
Sinceramente tengo sentimientos encontrados, por un lado desanimada y con mucha rabia y por el otro un corazón que aún palpita con la esperanza de un presente y un futuro mejor. No encuentro un calificativo que me cuadre y subsuma mi sentimiento, diría que es impotencia lo que hoy me invade. Observo como se sientan con desparpajo, alevosía, agavillamiento y ventaja a llevarse por el medio los más ínfimos vestigios de nuestra democracia. Literalmente se han limpiado el trasero con nosotros, con nuestras decisiones en las elecciones como Soberano y con el Estado de Derecho.
Rompiendo toda posibilidad de tejer puentes para restablecer el orden jurídico y social conculcado. Un divorcio entre lo que es, lo que creemos es y lo que debería ser. Y henos aquí, la mayor parte de nosotros comiéndonos un cable, haciendo interminables colas para todo, y regresando con este inmenso sentimiento de frustración que nos va llevando por una calle de amargura que nos conduce a enfermarnos y quizá a tomar malas decisiones.
Vimos dentro de ese abanico restringido de posibilidades, se intentó a través de la figura del diálogo encontrar una forma de reconstrucción del país. Una comiquita más que oxigenó al gobierno. En sí el diálogo como tal no es malo, incluso diría que es una salida, solo si las partes que se sientan a desarrollarlo, tienen la disposición de buscar ese punto de encuentro, respetando los avances a los que se llegue a través de él. Pero en Venezuela, curiosamente como siempre, con nuestra Sui generis forma de actuar, todo funciona de cabeza. Unos pendientes de una cosa y otros de otra. Un ir y venir de personas como relleno para hacernos creer que para algo les importa el destino de Venezuela. El fracaso total.
Y veo hacia atrás, en los valores de nuestra Venezuela, y recuerdo a nuestras familias diciéndonos, estudia para que seas alguien, y esa convicción teníamos; y así, salimos de las barriadas caraqueñas, y de todas las provincias del país haciendo Patria, para lograr nuestros títulos. Con todo y todo salimos adelante y, “compramos” con esfuerzo y con sueños, nuestra comodidad. Esa que no nos la regalaron, la que forjamos a pulsito. Y nos encontramos tratando de defender y proteger lo poco o mucho que podamos haber obtenido. Para que ahora se les haya prendido un bombillo acuñando una frase hueca y rimbombante como la de que “ser rico es malo”. Anjá, y para quién? Pues para los pendejos, como decía Don Arturo Uslar Pietri, que en paz descanse. Y también veo en este presente, otros venezolanos con objetivos bien claros, y con una formación de hogar distinta, que amasan fortunas y se entronizan aún más en los niveles de poder para hacerlas crecer inconmensurablemente.
Y en este paneo por la vida, y absolutamente preocupante e inaceptable vemos al venezolano, yendo o viniendo de nuestros interminables festejos. Una especie de baile de la conga, cuando no es la semana santa, es el puente del 19 de Abril, luego el del 1º de Mayo, Carnavales, navidades, en fin pasamos la vida en un solo bonche.
Con este panorama realmente es cuesta arriba ser optimista y hacer un proyecto para una vida.
Nuestro país está en los estertores de la muerte.
Fíjense ya nos hicieron nuestras tarjetas de alimentación o debemos llamarlas libretas de racionamiento o sentencia de guerra a muerte. Porque todos sabemos que solo unos pocos tendrán acceso a ellas y un bloque inmenso no, porque no estamos dispuestos a arrastrarnos para que nos den las migajas de nada.
Recuerdan aquello de: “ no vale eso no nos va a pasar aquí ?”
Pues seguimos recibiendo golpe por aquí y golpe por allá. Interminable como el cuento del gallo pelón. Y aquí seguimos a la típica usanza criolla, ahogando los males hablando pendejadas y quizá en el alcohol, mientras podamos conseguirlo en el mercado.
Es que somos de una casta indefinible.
Como ven mis queridos y nunca bien ponderados amigos, estoy sumida en el fondo de una gran letrina y confusión que me asfixia. Y creo, sin temor a equivocarme, interpretar el sentimiento de muchos.
En este país, están ocurriendo cosas trascendentales, gente como nuestros diputados que con espíritu combativo exponen sus vidas en pos del rescate de la decencia y de la dignidad de este pueblo. Ese sencillamente no es un trabajo fácil. Por una lado las hordas pendientes de fregarlos y por el otro nuestro bando criticando sin ponerse ni por un momento en sus zapatos.
Nuestros estudiantes dando la batalla, regando con su sangre las calles venezolanas, otros presos en mazmorras donde se les violenta el más preciado de los derechos LA LIBERTAD.
Y qué vemos? Poco o Nada, la gente sigue el curso de su vida NORMAL, como si nada sucediera, porque creen que a ellos eso no les pasará. Craso error. Siempre nos alcanzará. Estamos muriendo irreversiblemente bajo la mano del hampa desbordada y aplastados por este desasosiego que nos consume. Hacemos mofa de estar delgados porque disque estamos haciendo la dieta de Maduro, y me rehúso a aceptar esa estúpida característica del venezolano de ver las cosas desde el chiste. No niego que pueda ser una forma de amortiguar los efectos de esta macabra situación. Pero es inaceptable. Una antiparabólica manera de ver la vida ?
Que riñones tenemos. Con todo este panorama de terror que es la crónica de una muerte anunciada y no nos ponemos de acuerdo. Sin disciplina, sin orden, sin ideales, no se llega a ninguna parte. Ni en forma individual ni colectiva.
Por esto y por muchas razones más es que seguiremos teniendo a estos “ciudadanos” montados en el gran umbral de nuestra chequera de dólares provenientes del petróleo para seguir comprando voluntades. Sabandijas inmorales chupa dólares que tantísima falta nos hace a los venezolanos para sobreponernos a la inmensa crisis en la que estamos sumidos.
Créanme, en retrospectiva, aquel 4 de febrero, cuando sucedió lo que todos sabemos que sucedió y huelga recordarlo. Una Venezuela medio agotada optó desde el fondo de su corazón por una posibilidad de cambio. Y así de manera bien estructurada se sembró una semilla que posteriormente fue regada e impulsada por algunos grupos económicos fuertes, medios de comunicación, etc., que lograron atornillar en la mente y en los sentimientos de nuestros compatriotas, tal posibilidad. Así capitalizaron dichos sentimientos, tomando la sartén por el mango para pegársela con una especie de pega loca y no soltarla.
Y de eso sencillamente no quiero hablar, porque es como llover sobre mojado, es ese pasado que conocemos en carne viva y nos tiene el presente vuelto tizana.
Y es que el Sol no puede taparse con un dedo. Y es, este presente el que me preocupa, el que me mantiene sobreviviendo a algo que mis sentidos no terminan de digerir.
El haber visualizado sin ser psíquica la nefasta historia que se avecinaba cuando ocurrió esa debacle. Saber que esto era como la onda expansiva de esa piedra que tiras en un lago apacible. Crece, crece y crece… eterna. Y para colmo de males no se quedó aquí en Venezuela. Analicen, desde que el fallecido presidente entró en la palestra internacional, sembró con su discurso y su paso una especie de convulsión colectiva que sin ninguna duda ha desestabilizando al mundo. Sacó provecho de cada costura, hizo un jirón de cada brecha que le dejaron abierta. Potenció cada escenario en el que le tocó estar. Quién entonces descartaría el concepto que detrás de cada explosión social o política del mundo estuvo o esté la mano o la esencia de quien fuera nuestro presidente?. La verdad, aunque me duele muchísimo, he empezado a concebir la idea de buscar el norte en otro lugar. Pero entro en duda y me pregunto, dónde me iría que no llegase el tentáculo caótico de la presencia de este señor en el mundo?
Ahí vemos al monstruo cerquita de coronar en España. Si vemos al norte, y con estupor ganó contra todo pronóstico un clon de nuestro ejemplar.
Con enorme tristeza confieso estar en una encrucijada sin tener muy claro como planificar los pasos a seguir para proyectar mi 2.017. Se que me mantiene aquí el amor que siento por mi pobre país. Geográficamente rico, pero del pueblo como tal, estoy enormemente decepcionada, y dudo mucho que de él pueda esperarse nada bueno en el futuro porque lo que veo en este presente no pinta bien. Por un lado, personas que están luchando por sus ideales, por sus vidas con dignidad, por otro, los que no hacen nada y muy pocos por cierto encaminados a hacer algo. Es que no nos importa?. Es nuestro deber-obligación seguir luchando. Debemos hacerlo, para no morir en este valle de lágrimas. Estamos viendo a veces sin poder dar crédito el ascenso a los "altares" nacionales e internacionales de una cohorte de bandidos, de inmorales, pillos del erario público, de villanos sin alma y sin conciencia.
Y qué más tendremos que ver para prender la chispa que nos ponga en el camino para resolver este entuerto magistral?. No me considero una zombi ni una marioneta de semáforo sin voluntad.
Quién me define en la Venezuela de hoy, la palabra VIDA? … Yo no tengo la respuesta, lo que si se es que lo que “vivo” así entre comillas es una inmensa frustración de no poder desarrollar plenamente mi personalidad. Frustración hasta en las cosas más sencillas como comer un Pan, hacer una arepa, un plato de pasta, comer dulces, tener acceso a mis medicinas. Y una inmensa rabia de ver que nos quedamos suspendidos en el espacio como sentados en las gradas a observar el proceso de canibalización de este pueblo. Me considero deglutida por la ignorancia y el antiparabolismo, tanto interno como externo. Porque si a alguien le importara este país, ya estarían viendo la forma de ayudarnos. Pero qué podemos esperar ayuda de los demás, si ven que nosotros mismos no actuamos. Bien reza la frase: Ayúdate que yo te ayudaré.
Y volvemos a nuestro plano, y me surgen miles de preguntas, dónde está nuestra oposición? Dónde carrizo estamos metidos? Nos queda materia gris para usarla?
Bien gracias. Algunos hablando mucho gamelote y siguiendo los mismos pasos estúpidos y desacertados que no nos han conducido nada más que a entronizar a estos ciudadanos que presiden esto que llamamos ¿patria? . Otros en el extranjero como directores de orquesta, hagan esto, porqué no hicieron lo otro y con mucha vehemencia y vulgaridad nos llegan a granel por las redes. Otros sentados en una mesa de diálogo? Cómo dialogar con esta clase de gente a quienes no les importa absolutamente nada del destino del país. Solo les importa sus intereses mezquinos.
Yo no salgo de mi asombro, parece que hubiésemos consumido alguna droga. Incrédula asisto a esta especie de teatro macabro y sin sentido.
Pensemos, por omisión también hay responsabilidad. Si nos hacemos "la vista gorda" somos responsables y cómplices de estos sátrapas que intentan venderle al mundo una imagen que no es verdad. Recordemos la teoría del caos, el efecto mariposa que con su aletear puede desencadenar un huracán. Y aquí, ahí y allá lo vemos. Apliquemos la moraleja de la Granja. Muchas veces creemos que las cosas no nos afectan.
Y aquí me he, perdida en un inmenso mar de confusiones para intentar organizar mi proyecto de vida 2017.
Una mujer venezolana emblema de la oposición a todo lo que sea contrario a Derecho.
En la unión está la fuerza. Así que hagamos Democracia Dinámica y Activa.
El que no ejerce sus derechos los pierde y después a llorar para el Valle.
Irma Gómez Párraga.